PERDURE POR SIEMPRE Aún no metimos el blanco a la lavadora. Seguimos caminando con las mismas sandalias gastadas. Seguimos mirándonos a los ojos con la ternura que no hemos derrochado en nuestras vidas pretéritas. Pongo una y otra vez los vÃdeos de las danzas de Selene. Exploro la razón y sólo percibo el anhelo de seguir en comunión, de que nunca hubiera habido una despedida fÃsica, de permanecer siempre unidos de las manos, de los corazones con una música que conquista nuestras almas. Los mensajes que nos llegan por el móvil van en el mismo sentido: nunca nos soltarÃamos, quisiéramos permanecer siempre enlazados. Ya no nos queremos separar. Hemos permanecido tanto tiempo divididos y confrontados, hemos guerreado en tantas plazas de piedra, a la vera de tantas montañas y Viornas... Las Leyes nos dicen que aquello que nuestra mente sitúa como horizonte prioritario eso será, si asà la balanza del karma lo permite. Nuestro más firme anhelo es permanecer siempre en esa plaza de bien pulida piedra, a la vera del “lignum crucis†(cruz de madera de Jesús Cristo), sobre todo junto a la cruz, junto al sacrificio de nuestra naturaleza inferior. Nuestro más firme anhelo es el de permanecer ya sin tiempo dentro de ese aro sagrado cada vez más ancho, dentro de ese cÃrculo de hermandad que perdure por siempre. EL MÃS FUERTE ANHELO Pareciera que aquellas curvas nunca se acabaran. Me da respeto la carretera, más con fuerte lluvia, más al volante de una furgoneta cargada que conduzco por primera vez, más a través de un desfiladero estrecho de más de veinte kilómetros…, pero al final del desfiladero se abrÃa el valle, se encontraba el mar ancho y su autovÃa y el acelerador que podÃa pisar sin temor. La furgoneta ya está de vuelta a la agencia de alquiler y el corazón palpita a ritmo habitual. La aventura de Peregrinea 2021 ahora sà ha definitivamente finalizado. El hogar está tranquilo y la mesa aguardando y el teclado deseoso de que le cuente las mil y una aventuras vividas, sobre todo aquélla de más de sesenta hermanos peregrinando en entrañable comunión a lo largo de nueve dÃas. El milagro obró un verano más en una peregrinación en la que creà que podÃamos pinchar por cualquier lado, en la que cada dÃa representaba un logro colectivo en medio de unas circunstancias difÃciles. Son tantos los ecos, los gratos e inolvidables recuerdos que no me encuentro solo en medio de un hogar vacÃo. No paro de escribir por todo lo que callé a lo largo de un Agosto intenso como pocos. Sobre todo, no paro de dar gracias a Dios, pues a pesar de todos nuestros desvarÃos, siempre nos sentimos acompañados. En un escondido rincón de la Asturias exuberante se encienden mañana de nuevo grandes y pequeñas velas y brotará de nuevo con brÃo el copal de los sahumadores de las hermanas y las canciones de nuevo a pleno pulmón en los labios de las comadres y compadres concheros, pero este cuerpo se revela y me cierra la puerta con tranca y doble llave y me dice que de aquà no se mueve nadie, que habrá otros copales, otras flores, otros cantos, otras danzas…, asà que obedezco y aquà me quedo sorbiendo a pequeños, a sentidos tragos este silencio tan cargado de resonancia y de gozo. Pongo una y otra vez los vÃdeos de las danzas y siento que estamos ya entrelazados en un cÃrculo de danza que no tiene fin, que ya nunca se va a acabar; siento que más pronto que tarde vamos a vivir en una eterna comunión, sencillamente porque ésa es la Voluntad Superior, sencillamente porque ése es el anhelo más fuerte, más indomable, más decidido que brota de nuestros corazones. HOY TE CANTAMOS… Hoy Te cantamos por todas las veces que no Te hemos cantado. Hoy te alabamos por todas las veces que no te hemos alabado. Hoy acariciamos con nuestra mirada extasiada Tus cumbres por todas veces que nos escondimos en el valle sombrÃo. Hoy Te agradecemos con todo corazón la experiencia vivida, por todas veces que no confiamos en que llegarÃamos a destino, que se malograrÃa la intentona, que se pincharÃa alguna rueda ya de los vehÃculos, ya de nuestros cuerpos, ya de la unión alcanzada. Hoy nos rendimos ante Ti por todas las veces que en medio de las dificultades no elevamos la mirada hacia lo Alto, no confiamos en tu amparo. El peregrinaje continúa... ¡Loada sea Dios! BALCONADA Las balconadas son los lugares que el humano crea para desbordarse en agradecimiento, para lanzar sus sentidas gracias más lejos, más alto. No nos hemos podido mover de la balconada, de nuestra balconada de La Viorna. En realidad, no podÃamos ir muy lejos. Aquà perdura el eco, resuenan aún las canciones de la alborada, las danzas del ocaso. Aquà ancló sólida y profunda una improvisada Comunión. No sabemos cuándo devolveremos el vehÃculo. Aquà destilaremos lo vivido, secaremos los sudores, restableceremos los cuerpos. Necesitábamos la balconada para degustar despacio, sin prisas el paisaje cántabro verde y agreste, sobre todo recordar las cumbres compartidas, para disfrutar del panorama soleado transitado en grupo. Necesitábamos balconada para recapitular despacito lo que tan rápido, tanto fuera como adentro, nos ha acontecido en este breve, pero entrañable peregrinaje. Un dÃa la humanidad entera caminará en comunión, se arrimará a una ancha y elevada balconada. Un dÃa la humanidad entera desbordará agradecimiento por la dicha inmensa que hemos heredado al encarnar en medio de esta Creación sin par. Un dÃa la humanidad entera vivirá la hermandad, disfrutará del espÃritu del cooperar y compartir que juntos y juntas hemos degustado a lo largo de nueve, tan intensas como inolvidables, jornadas. * Me refiero a la “balconada†que disfrutamos en el "Camping de La Viorna" GANAS DE COMUNIÓN Alubias con bien de verdura y arroz acompañado de champiñones. Tras lenta cocción, apago los butanos y reposo. Las dos grandes ollas ganarán en sabor para cuando llegue el grupo peregrino. Ojalá el cuerpo gane también algo de imprescindible brÃo. Ahora ellos y ellas ganan en altura, seguramente también en éxtasis; quizás en estos mismos momentos de hallan colmados de Dios y de Creación a las puertas del desfiladero de La Hermida. Habrán dejado abajo Cicera y sus piedras tan tocadas de historia. Me quedo solo en el campamento. Cuando el ajetreo y la algarabÃa colectivas, unos segundos de soledad y silencio pueden tornar ambrosÃa. Al cocinero nadie le pide cuentas por su imprescindible apartamiento. Respiro por fin en paz después de cuatro dÃas sin parar. Respirar paz es también buscar teclado para compartir esa suerte. El cuerpo roza el lÃmite de un agotamiento tan familiar, pero el alma se solaza en un gozo que tampoco le es ajeno. “Ha sido un invierno muy duro…â€, decÃa entre lágrimas una mujer que ha pasado el COVID en uno de los CÃrculos de Palabra que supera el medio centenar de peregrinos. “TenÃa muchas ganas de que llegaran estos momentos de comunión...†Entonces es cuando el agotamiento de ahora y los múltiples quebraderos de cabeza pretéritos encuentran su ansiada justificación. No ha sido fácil preparar esta peregrinación lebaniega de verdor desbordado, pero también de complicación añadida, dada su falta de servicios y equipamiento. Ahora sólo gracias, gracias profundas y sinceras al Cielo, pues avanzamos en armonÃa, en alegrÃa y sin percances; gracias que me apresto a teclear para que conste en alguna Acta. "¡SOIS EXTRAORDINARIOS!" No hemos reportado como otros veranos. Despierta como otrora, vuelve el prudente silencio. Son tiempos de silencio para los cÃrculos que quieren respirar aire puro, aire sin temor, ni medida. El campamento se saldó muy en positivo. Nueva ubicación, renovado equipo y la hermandad floreció y no paramos de dar gracias al Cielo por esa comunión una vez más consagrada. El campamento volvió a ser una antes y después para muchos que se acercaron y sumaron sus gargantas al canto, su fervor a la oración, sus pasos a las meditaciones andantes, su alegrÃa, sus dones, su relato al aro sagrado… El campamento nos puso una vez más al lÃmite de nuestros cuerpos fÃsicos, como si ésa fuera la tasa insalvable, el contrato inexcusable, el pago ineludible. En esos momentos de pura fÃsica siempre habÃa alguien que acercaba su coche para llenarlo de cajas y bajar a Estella a por las compras imprescindibles. El número de hermanos no paraba de aumentar. Las situaciones lÃmite tienen la particularidad de graduar nuestro nivel de Ser. Al pasarle la lista de las compras la miré a los ojos y espontáneamente le dije, por ella y su compañero, “¡Sois extraordinarios...!†y el ajetreo se detuvo y el tiempo optó por congelarse. Se le nublaron los ojos y también yo mismo me emocioné con esas dos sencillas palabras que habÃan brotado espontáneamente de lo más profundo de mi alma. Ya habÃan arrancado otras veces el coche para rodarlo por las carreteras ardientes, para dejar el espacio amable del campamento y meterse en esos grandes y frÃos supermercados. Abrazo silencioso y fraterno y accionar del motor y suma y sigue hasta hoy que ya se aleja el eco de los cantos, hasta este presente relajado en el que nuestros cuerpos tranquilos descansan y nuestra alma sólo teclea, sólo sabe agradecer y bendecir por tanta dicha recibida. DESAPEGO El mayor desafÃo humano consiste en trascender los abismos y separaciones de toda Ãndole que se han prolongado hasta el presente. Con el hermanamiento con todos nuestros congéneres vendrá la revelación de nuestra condición filial, de hijos e hijas de un Dios Inombrable, Padre Madre; vendrá la asunción de nuestra condición de custodios de la Creación que se nos ha otorgado en regalÃa, de cuidadores del Reino mineral, vegetal y mineral. Viviremos en paz, alegrÃa y comunión. A ello aspiramos con toda la fuerza de nuestros corazones unidos. En ello nos empleamos en este rincón de la montaña navarra. El Alto Ideal requiere de su ensayo. Entre encinas, hayas y robles centenarios, con la ayuda del Cielo, lo estamos intentando. El campamento es un ejercicio constante de desapego. Se van unos y parece que se llevaran con ellos/as la magia de la fraternidad, una magia que será difÃcil volverla a alcanzar. Pero llegan otros y la magia no sabemos cómo rebrota, se renueva y reafirma. Este altar que cada alba reúne a tantas almas, es mudo testigo de ello. Asà es que podemos disfrutar en continuo del encantamiento de la comunión. Los que se han ido y los que se quedan sostienen el encantamiento. El encanto de la fraternidad y del Alto Ideal, más pronto que tarde inunde la Tierra entera. |
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